La promiscuidad frena la evolución
Una investigación con aves demuestra que, al contrario
de lo que se creía, la conducta promiscua disminuye las posibilidades de que
surjan nuevas especies.
Como ya estableció Charles Darwin con su
teoría de la evolución, las nuevas especies de seres vivos nacen cuando el
mecanismo de la selección natural favorece los rasgos de ciertos individuos,
transmitidos genéticamente a su descendencia. En este fenómeno, conocido como especiación, desempeña un rol
fundamental el aislamiento geográfico y la adaptación al entorno.
Aunque parece ser que uno de los factores que también
entran en juego es la mayor o
menor promiscuidad entre los miembros de las especies, como ha
puesto de relieve una nueva investigación dirigida por el Centro para la
Evolución de la Universidad de Bath, en Inglaterra.
Cópula de los gansos |
Tras analizar la estructura genética de varias poblaciones
de aves limícolas a lo largo del tiempo, los científicos observaron que las más
promiscuas (es decir, las que
procreaban con más de un compañero durante una temporada), presentaban una diversidad en su ADN menor que
las aves con costumbres monógamas. Y esto es una sorpresa, porque contradice por completo la hipótesis
más extendida, según la cual las especies con menos
“monotonía” sexual adquieren mayor variabilidad genética –se
mezclan más– y, por lo tanto, multiplican sus posibilidades de diversificarse.
En realidad, las aves promiscuas –explican los
investigadores en la revista Evolution– diluyen dichas diferencias
genéticas al buscar nuevas parejas
para aparearse en distintos puntos geográficos. Por el contrario, los
ejemplares monógamos no se mueven del lugar de crianza durante toda
la temporada, lo que refuerza la
adaptación al entorno y, en consecuencia, las probabilidades de
desarrollar rasgos propios hasta constituirse en una nueva especie.
Tamás Székely, supervisor de la investigación, lo
explica así: “Las aves promiscuas a
veces viajan hasta cientos de kilómetros para encontrar una pareja de su gusto.
En Madagascar, nosotros hemos observado que los chorlitos con ese
comportamiento eran similares desde el punto de vista de su ADN en toda la
isla, mientras que los monógamos presentaban diferentes composiciones genéticas
incluso entre localizaciones cercanas”. Es de prever que estos últimos acaben divergiendo hasta convertirse en
nuevas especies.
Fuente/Pablo Colado
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