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jueves, 24 de octubre de 2013

Trastornos somatoformes


Trastornos somatoformes


Como ya sabemos, el hombre experimenta síntomas (no los inventa) de enfermedades físicas las cuales no tienen causa física sino psicológica. El nombre que distingue estas enfermedades procede del griego “soma”, que significa cuerpo; es decir, son trastornos psicológicos que presentan la forma de problemas corporales. Existen cuatro tipos de trastornos somatoformes.

Somatización, es un estado de molestias intensas y crónicas se presentan de forma repetida en forma de dolores, cansancio, fiebre. Estos enfermos también tienen problemas de memoria, aturdimiento, desvanecimiento, falta de apetito sexual y ausencia de placer y alteraciones menstruales en las mujeres. Se quejan en exceso para que les presten atención. No es descartable que se presenten problemas en el trabajo y de conductas de evasión de las responsabilidades laborales, familiares, o  académicas.

Generalmente son pacientes que acuden a distintos médicos sin informarles de que ya se ha visitado a otro facultativo y que ya está tomando medicinas por lo que, indirectamente, el trastorno de somatización provoca un riesgo de complicaciones médicas. De la misma forma acostumbran a quejarse de manera exagerada, a veces no es raro que acaben en el quirófano sometidos a operaciones innecesarias.

En estos pacientes se da un número alto de adictos al alcohol, o a las drogas, ya que no se sienten comprendidos en sus dolencias, algunas veces fuertes, y consideran que nadie les hace caso. Hipocondría, es más leve que el trastorno anterior, con síntomas menos fuertes. En gran parte de los casos de hipocondríacos no padecen efectos tan severos como con la depresión o la drogadicción, ni tampoco terminar en el quirófano sin necesidad.


Su trastorno se evidencia por una exagerada preocupación por su salud y una atención constante ante cualquier manifestación física que ellos juzguen extraña. El hipocondríaco toma precauciones extremas para evitar los gérmenes, tiene tanto miedo a enfermarse, que incluso evita acercarse a un amigo acatarrado o temor a dar la mano a quien le presenten. Acostumbra a llevar una vida complicada para no saltarse las recomendaciones y evitarse las enfermedades graves cómo; el cáncer, la hipertensión
Conversión, la ansiedad que experimentan las convierten en un síntoma grave. Es el peor de los trastornos somatoforme. Las personas que padecen este trastorno, pueden quedarse ciegas, sordas, paralíticas, mudas… sin una carga orgánica que lo justifique. Son personas dependientes y necesitan el cuidado de los demás, porque el problema, lógicamente les incapacita para llevar una vida normal, trabajar o cumplir sus obligaciones. En muchos casos es como si estos trastornos fueran bien recibidos por el afectado, porque le permiten obligar a otros a hacerles caso y ocuparse de ellos.

La presencia del problema

Se presentan afligidos por el problema, pero nunca tanto si fuera de verdad; es decir verdaderamente, no ven, pero alguien que hubiera perdido la vista en un accidente, estaría insufriblemente más devastado. Los síntomas se identifican porque no son medicamente posibles; por ejemplo, el caso de una parálisis de conversión no tiene las mismas zonas de insensibilidad que una parálisis por una causa física, incluso puede ser que el afectado mueva las piernas cuando esté dormido.

Los trastornos de conversión se presentan mayormente en momentos de mucho estrés y, por regla general proporcionan algún tipo de beneficio al afectado, de manera que el problema, aún siendo terrible representa algún tipo de reforzamiento a la conducta. Como es el caso de las personas que manifiestan una parálisis discapacitante, cuando deben ir cada día a un trabajo conflictivo, estresante, acoso…

Dolor, los trastornos de dolor son muy parecidos a los de conversión, pero; como su nombre lo indica, el síntoma principal es un dolor que no tiene ninguna causa física. En ocasiones es posible distinguirlo del dolor físico porque no sigue el curso de los nervios.

Como en el caso de los trastornos de conversión, el dolor somatoforme es susceptible de aparecer en épocas de estrés intenso y su aparición, de algún modo y aunque el sufrimiento que provoca, representa una ventaja para el que lo padece, por ejemplo, le acarrea una baja laboral.

Antes de hacer un diagnóstico en cualquiera de estos trastornos, es importante discriminar la existencia de un motivo orgánico.





                                                                                           

lunes, 26 de diciembre de 2011

INSOMNIO CRÓNICO

                     Insomnio crónico


Es aceptado que cuando una persona duerme menos de cinco horas diarias, durante 20  o más días en por lo menos dos meses consecutivos, se puede decir que padece insomnio crónico.
Este tipo de insomnio es realmente grave y tiene verdadera repercusión en el día. La dificultad para dar inicio al sueño o mantenerlo es por lo demás un síntoma de otra enfermedad o alteración más importante, que en la realidad es la causa del problema. Por lo que delante de una situación de insomnio crónico es esencial averiguar la causa que lo produce.

Trastornos psiquiátricos

Los trastornos psiquiátricos, especialmente la depresión y la presencia de ansiedad, las enfermedades crónicas como hipertiroidismo, la artrosis, el asma, el síndrome de apnea del sueño, los traumatismos craneales, epilepsia, migrañas y, en general, la mayoría de las enfermedades neurológicas son también causantes de insomnio crónico. La causa más habitual del insomnio crónico es la acumulación progresiva de la ansiedad durante el día, situación que produce el llamado insomnio psicofisiológico.
La presencia somatizada de la ansiedad diurna, asociada a hábitos de sueño erróneo, está en el origen del insomnio crónico psicofisiológico. Las personas que lo sufren se encuentran ante grandes dificultades a la hora de conciliar el sueño, sufren frecuentes despertares nocturnos y sienten aprehensión al momento de acostarse. Además frecuentemente sienten aversión a la cama debido a una asociación negativa de estímulos, y al día siguiente, se encuentran con una sensación de malestar general, la cabeza pesada y tención, aunque normalmente no sienten sensación de somnolencia diurna.

Insomnio psicofisiológico

El insomnio psicofisiológico proviene de la asociación de la tención somática con hábitos de sueño erróneos. Las personas que sufren este tipo de insomnio reaccionan frente al estrés somatizando la ansiedad con agitación, aumento de la tención muscular, dolores erráticos, etcétera. Habitualmente establecen asociaciones negativas con el sueño, como por ejemplo relacionar la cama con una situación desagradable debido al recuerdo de la dificultad de iniciar el sueño o por las horas pasadas “en blanco”.

Preocupación y estrés

Esto propicia la aparición de preocupaciones excesivas asociadas con el sueño correcto, más dificultades aparecen relacionadas con el o, lo que es lo mismo, cuando más se anhela dormir menos se consigue. Es frecuente que estas personas sientan una fuerte tendencia a dormirse pero que solo se manifiesta en situaciones no habituales, como puede ser viendo televisión, viajando en auto o leyendo. En cambio, cuando se acuestan con la intención de dormir empiezan a dar vueltas y más vueltas en la cama, sin conseguir la relajación necesaria para iniciar el sueño.
Para tratar el insomnio existen diferentes métodos que van desde los consejos más simples y populares acerca de las medidas higiénicas del sueño y la forma de combatir el estrés y la ansiedad, hasta los medios farmacológicos.

Como combatirlo

Lo fundamental es; no sobrevalorar las causas que provoca el insomnio y no desmoralizarse ni obsesionarse con la falta de sueño, algo que ocurre muy a menudo. De hecho existen diferentes técnicas encaminadas a reducir la ansiedad que ocasiona el propio insomnio. Es viable recurrir a los métodos de relajación progresiva, a la práctica de yoga e incluso a las terapias de restricción de sueño, que han demostrado ser muy efectivas. Entre los consejos que conviene conocer al insomne y a la persona que comparte con él el sueño, figuran, en primer lugar, algunas simples rutinas.

Consejos

1.- Es conveniente tener unos horarios regulares, tanto en  las horas de acostarse como en las de levantarse incluso en los días festivos.
2.- Un ejercicio suave (andar, nadar pausadamente, pasear en bicicleta) durante el día, preferiblemente al mediodía o a media tarde, ayuda a la relajación necesaria antes del sueño.
3.-Tambien las recetas clásicas del “baño caliente” un par de horas antes de acostarse o cualquier actividad rutinaria efectuada antes del sueño nos predisponen a esa relajación.
4.- Hay que evitar tomar café, té, cacao, colas o cualquier sustancia estimulante del sistema nervioso central. Asimismo, es mejor no tomar alcohol, al menos seis horas antes de ir a la cama.
5.- Conviene dejar transcurrir un mínimo de dos horas después de tomar la cena antes de ir a la cama.
6.- Las condiciones ambientales también influyen en nuestro sueño, por lo que hay que evitar el ruido y la luz excesiva, la cama debe ser ancha y cómoda y la temperatura constante entre 18 y 22 grados.
7.- Hay que establecer hábitos diarios para todas las actividades: trabajo, comidas, ejercicio, ocio, relajación y sueño, y ajustarse lo más estrechamente posible a ellos.
8.- En el día con pequeñas pausas de unos diez minutos apartar el estrés; respirando profundamente, meditar o realizar algún ejercicio de relajación o yoga.

Fármacos para dormir

Las pastillas para dormir no son ni buenas ni malas; o están bien utilizadas y entonces provocan un efecto beneficioso, o mal utilizadas que no solamente es, que no curan el insomnio sino que producen efectos secundarios indeseables. No hay dudas de que los mejores y sobre todo más seguros fármacos para mejorar el sueño son los hipnóticos denominados “benzodiacepinas” y los últimos descubiertos “imidazopiridinas” y “ciclopirrolonas”, presentan una baja toxicidad, son seguros para uso clínico y actúan con eficacia. Finalmente, siempre es bueno acudir al facultativo y no auto medicarse para no poner en riesgo su salud.