¡Sexo, infanticidio y religión…!
Sexo, infanticidio y religión: las espeluznantes
revelaciones de un diario secreto hallado en un antiguo castillo francés 2003.
Picomtal |
En la cara inferior de los listones de madera (que solo quedaron a la vista cuando los levantaron para reemplazarlos) encontraron una serie de extensos mensajes escritos con lápiz.
palabras |
Fueron escritos a lo
largo de varios meses entre 1880 y 1881 y estaban firmados por un tal Joachim
Martin. Martin —se hizo evidente después— fue el carpintero que instaló el piso
de madera para el dueño de entonces. Y, lo que dejó escrito, era una suerte
de diario secreto destinado a ser leído mucho después de su muerte.
En sus 72 entradas —algunas más largas que otras,
otras meramente factuales, otras cargadas de emoción— Martin relata sus
pensamientos y reflexiones acerca de la vida diaria.
"Estas son las palabras de un trabajador común,
un hombre del pueblo. Él dice algunas cosas que son muy personales, porque sabe
que no van a ser leídas sino en un futuro muy lejano", señala el
historiador Jacques-Olivier Boudon, de la Universidad de la Sorbona.
Cuatro bebés enterrados
De hecho, es muy
personal. El diario de Martin toca temas como el sexo, el crimen y la religión,
y a veces una combinación de los tres, ofreciéndonos una visión muy íntima
de los entretelones de la vida en la pequeña comunidad rural de Les Crottes, en
las inmediaciones del castillo. El episodio más impactante gira en torno a
un infanticidio, una historia que parece perseguir a Martin aún 12 años
después de haber ocurrido.
"En 1868 pasé, a la medianoche, por la entrada de
un establo. Escuché gemidos. Era la amante de uno de mis viejos amigos que
estaba dando a luz". Con el tiempo, la mujer dio a luz a seis hijos, nos
cuenta Martin, y cuatro de ellos están enterrados en el establo.
El carpintero deja en claro que no fue la madre quien
los mató sino su amante —su viejo amigo Benjamin— a quien Martin acusa de estar
tratando ahora de seducir a su mujer.
"Este (criminal) está ahora tratando de arruinar
mi matrimonio. Con solo decir una palabra y apuntar a los establos puedo
mandarlos a prisión. Pero no lo haré. Él es mi amigo de la infancia. Y su madre
es la amante de mi padre".
El castillo |
Esto, explica Boudon, quien publicó un libro llamado
"Los pisos de Joachim", nos permite hacernos una idea de cómo eran
las relaciones en el pueblo de una forma que ningún texto hallado en un archivo
convencional puede contar.
Martin está horrorizado por los múltiples
infanticidios, pero no piensa denunciarlos por las conexiones íntimas que hay entre
su familia y la de su amigo, que además es su vecino. El asesinato de los bebés
era ciertamente un delito, pero es muy posible que en una época en la que no
existían los métodos anticonceptivos, fuera una práctica extendida.
Los diarios de Martin
dejan ver que en lugares como Les Crottes, el infanticidio era un tema
tabú. La gente sabía que ocurría, pero nadie hablaba de ello.
Desahogo
Es muy posible que la presión por mantener el secreto
fuera uno de los motivos que impulsó a Martin a confesar sus secretos en forma
de diario, escondido de la vista de todos. Otra razón que también pudo haberlo
llevado a escribir era la furia que sentía contra uno de los sacerdotes
locales. La época en la que vivía Martin era una de grandes cambios.
La Tercera República de Francia se estaba asentando
después de derrotar a los monárquicos, y en todo el país comenzaban a
introducirse reformas que limitaban los poderes de la Iglesia.
Martin aprovechó estas
reformas, sobre todo por su animadversión hacia el Abad Lagier, que él
consideraba un mujeriego obsesivo que abusaba de los creyentes durante la
confesión de sus pecados para obtener gratificación sexual.
En una de las tablas de madera Martin escribió:
"Primero, me parece muy mal que se meta en nuestros asuntos de familia,
preguntando cómo uno hace el amor con su esposa" (de hecho usa una palabra
más vulgar). "Quiere saber cuántas veces al mes", dice el carpintero,
y en qué posiciones. "Habría que colgar a ese cerdo". Más tarde se convirtió en un fuerte. Y, a
comienzos del siglo XVIII, pasó a ser una residencia privada.
Ese mismo día describe al cura como un muchacho joven,
que está ahí, "coqueteando con las mujeres mientras sus pobres maridos
cornudos tienen que quedarse callados". Según explica Boudon, es posible
que el Abad Lagier se estuviese comportando dentro del marco de lo permitido al
preguntarle a las mujeres sobre su vida sexual durante la confesión.
De hecho, dice el historiador, muchos curas en esa
época lo hacían porque tenían el deber de convencer a las parejas de no
practicar ninguna modalidad sexual que no favoreciera la concepción de un niño.
Lo que este episodio muestra es cómo este comportamiento de los curas generaba
resentimiento y cómo contribuyó a que se generara un sentimiento
anticlerical entre los parroquianos.
Les
Crottes vs el Abad Lagier
Curiosamente, Boudon
encontró más pruebas que corroboran las tensiones en Les Crottes entre el
cura y la congregación. En 1884, el viceparlamentario local recibió una
petición para reemplazar al abad. Se enviaron varias cartas para respaldar la
petición y, una de ellas (que aún se conserva), estaba escrita por Martin.
Los firmantes argumentaban primero que el abad abusaba
de las confesiones y daban a entender que su moral era dudosa. Y, segundo,
afirmaban que era un médico extremadamente incompetente.
Cura y médico
`comedor |
Aquí surge otro dato
fascinante sobre la vida en los pueblos. Resulta ser que muchos curas párrocos
cumplían también la función de sanadores, para oprobio de los médicos. Pero
el problema era que allí no había muchos médicos, con lo cual los curas se
ocupaban con frecuencia de acompañar a los enfermos. Martin y otros residentes
no parecían tener en principio un problema con ellos. Su objeción era que, cómo
médico, el abad no era bueno.
Otro hecho curioso es que los parroquianos no pidieron
un cura católico en reemplazo, sino uno protestante, a pesar de que en el pueblo
había muy pocos protestantes (de hecho la madre de Martin era una de ellos).
Esto demuestra, en opinión de Boudon, que las
distinciones que la gente hacía entre catolicismo y protestantismo no era tan
marcadas como se pensaba. Dadas las circunstancias, la idea de tener un pastor
casado (y por ello quizás menos libidinoso) resultaba bastante atractiva.
Un hombre sensible e
inteligente
Sobre el autor del diario se sabe muy poco.
Joachim Martin nació en 1842 y murió en 1897. De joven
ganaba dinero tocando el violín en las fiestas de pueblo. Tuvo cuatro hijos. No
se conserva ninguna fotografía suya. Pero, según Boudon, el carpintero era,
evidentemente, un hombre de una gran inteligencia y sensibilidad.
En su diario de madera, él le habla directamente al
lector desconocido con la esperanza de que un día encuentre este tesoro. "Feliz
mortal: cuando leas esto, ya no estaré aquí", dice en alguna parte.
Y en otra: "Mi historia es corta, sincera y
franca, porque nadie más que tú verá mis escritos".
FuenteHistoria/HughSchofield/BBCNews,Francia/http://www.bbc.com/mundo/noticias-44369801 Sexo, infanticidio y religión
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