lunes, 26 de diciembre de 2011

INSOMNIO CRÓNICO

                     Insomnio crónico


Es aceptado que cuando una persona duerme menos de cinco horas diarias, durante 20  o más días en por lo menos dos meses consecutivos, se puede decir que padece insomnio crónico.
Este tipo de insomnio es realmente grave y tiene verdadera repercusión en el día. La dificultad para dar inicio al sueño o mantenerlo es por lo demás un síntoma de otra enfermedad o alteración más importante, que en la realidad es la causa del problema. Por lo que delante de una situación de insomnio crónico es esencial averiguar la causa que lo produce.

Trastornos psiquiátricos

Los trastornos psiquiátricos, especialmente la depresión y la presencia de ansiedad, las enfermedades crónicas como hipertiroidismo, la artrosis, el asma, el síndrome de apnea del sueño, los traumatismos craneales, epilepsia, migrañas y, en general, la mayoría de las enfermedades neurológicas son también causantes de insomnio crónico. La causa más habitual del insomnio crónico es la acumulación progresiva de la ansiedad durante el día, situación que produce el llamado insomnio psicofisiológico.
La presencia somatizada de la ansiedad diurna, asociada a hábitos de sueño erróneo, está en el origen del insomnio crónico psicofisiológico. Las personas que lo sufren se encuentran ante grandes dificultades a la hora de conciliar el sueño, sufren frecuentes despertares nocturnos y sienten aprehensión al momento de acostarse. Además frecuentemente sienten aversión a la cama debido a una asociación negativa de estímulos, y al día siguiente, se encuentran con una sensación de malestar general, la cabeza pesada y tención, aunque normalmente no sienten sensación de somnolencia diurna.

Insomnio psicofisiológico

El insomnio psicofisiológico proviene de la asociación de la tención somática con hábitos de sueño erróneos. Las personas que sufren este tipo de insomnio reaccionan frente al estrés somatizando la ansiedad con agitación, aumento de la tención muscular, dolores erráticos, etcétera. Habitualmente establecen asociaciones negativas con el sueño, como por ejemplo relacionar la cama con una situación desagradable debido al recuerdo de la dificultad de iniciar el sueño o por las horas pasadas “en blanco”.

Preocupación y estrés

Esto propicia la aparición de preocupaciones excesivas asociadas con el sueño correcto, más dificultades aparecen relacionadas con el o, lo que es lo mismo, cuando más se anhela dormir menos se consigue. Es frecuente que estas personas sientan una fuerte tendencia a dormirse pero que solo se manifiesta en situaciones no habituales, como puede ser viendo televisión, viajando en auto o leyendo. En cambio, cuando se acuestan con la intención de dormir empiezan a dar vueltas y más vueltas en la cama, sin conseguir la relajación necesaria para iniciar el sueño.
Para tratar el insomnio existen diferentes métodos que van desde los consejos más simples y populares acerca de las medidas higiénicas del sueño y la forma de combatir el estrés y la ansiedad, hasta los medios farmacológicos.

Como combatirlo

Lo fundamental es; no sobrevalorar las causas que provoca el insomnio y no desmoralizarse ni obsesionarse con la falta de sueño, algo que ocurre muy a menudo. De hecho existen diferentes técnicas encaminadas a reducir la ansiedad que ocasiona el propio insomnio. Es viable recurrir a los métodos de relajación progresiva, a la práctica de yoga e incluso a las terapias de restricción de sueño, que han demostrado ser muy efectivas. Entre los consejos que conviene conocer al insomne y a la persona que comparte con él el sueño, figuran, en primer lugar, algunas simples rutinas.

Consejos

1.- Es conveniente tener unos horarios regulares, tanto en  las horas de acostarse como en las de levantarse incluso en los días festivos.
2.- Un ejercicio suave (andar, nadar pausadamente, pasear en bicicleta) durante el día, preferiblemente al mediodía o a media tarde, ayuda a la relajación necesaria antes del sueño.
3.-Tambien las recetas clásicas del “baño caliente” un par de horas antes de acostarse o cualquier actividad rutinaria efectuada antes del sueño nos predisponen a esa relajación.
4.- Hay que evitar tomar café, té, cacao, colas o cualquier sustancia estimulante del sistema nervioso central. Asimismo, es mejor no tomar alcohol, al menos seis horas antes de ir a la cama.
5.- Conviene dejar transcurrir un mínimo de dos horas después de tomar la cena antes de ir a la cama.
6.- Las condiciones ambientales también influyen en nuestro sueño, por lo que hay que evitar el ruido y la luz excesiva, la cama debe ser ancha y cómoda y la temperatura constante entre 18 y 22 grados.
7.- Hay que establecer hábitos diarios para todas las actividades: trabajo, comidas, ejercicio, ocio, relajación y sueño, y ajustarse lo más estrechamente posible a ellos.
8.- En el día con pequeñas pausas de unos diez minutos apartar el estrés; respirando profundamente, meditar o realizar algún ejercicio de relajación o yoga.

Fármacos para dormir

Las pastillas para dormir no son ni buenas ni malas; o están bien utilizadas y entonces provocan un efecto beneficioso, o mal utilizadas que no solamente es, que no curan el insomnio sino que producen efectos secundarios indeseables. No hay dudas de que los mejores y sobre todo más seguros fármacos para mejorar el sueño son los hipnóticos denominados “benzodiacepinas” y los últimos descubiertos “imidazopiridinas” y “ciclopirrolonas”, presentan una baja toxicidad, son seguros para uso clínico y actúan con eficacia. Finalmente, siempre es bueno acudir al facultativo y no auto medicarse para no poner en riesgo su salud.